Las carasde la gente al rededor se volvian borrosas al pasar, aveces miraban con extrañeza, como si percibieran la revolucion que se vivia adentro pero no la entendieran. Pero no importaba, habia que correr, dejarlos atrás y perderse.
las calles y las numeraciones daban igual, es que todo lo que pesaba daba igual, uno corria hasta que entraba aire al cerebro, entonces habia que parar, respirar y reirse.
sábado, 12 de abril de 2008
Des-ahogo
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